La muralla de Iznatoraf se encuentra en la localidad del mismo nombre, pequeño municipio situado al noreste de la comarca de La Loma y Las Villas, en la provincia de Jaén. Iznatoraf, junto a Villacarrillo, Villanueva del Arzobispo y Sorihuela de Guadalimar, forman las denominadas cuatro villas que dan nombre, incluso, a las sierras de la zona.
Historia
El emplazamiento estratégico de Iznatoraf, y su altura, que domina toda la Loma de Úbeda, fueron aprovechados por los diferentes pueblos que han habitado la Península Ibérica para controlar las rutas del sureste hacia Sierra Morena.
Pero fue durante el periodo islámico cuando este asentamiento fortificado vivió su máximo esplendor. A partir del siglo XI los árabes amurallaron el primitivo castillo de al-Turab, construido sobre recintos fortificados anteriores, reforzando así su extraordinaria situación en la cima de una mesa o cerro testigo, y conformando un entorno privilegiado al que ya se refería en el siglo XII el geógrafo al¿Idrisi como Hisn al-Turab.
El recinto amurallado incluía 11 fortines de la misma elevación, dando entrada a la villa por 9 puertas situadas en distintos puntos de su circuito. Extramuros quedaba el arrabal (al-Rabad) y sus Qaryas o aldeas y Da¿ias o cortijos, conformando todo una especie de distrito castral.
Al igual que otros casos en la provincia de Jaén, Iznatoraf no fue conquistada por las armas, sino por la negociación. Fernando III pactó con los vecinos, que abandonaron la fortaleza. Tras la conquista cristiana, las defensas de Iznatoraf fueron reforzadas, y en los siglos XIII y XIV se erigirá en el centro de la villa un amplio y suntuoso recinto. Como avanzadillas de Iznatoraf figuraron los castillos de La Moraleja, Mingo Pliego, Sorihuela del Guadalimar y completando el sistema defensivo y de control territorial, algunas torres como la de Sancho Pérez, cerca de Mogón.
Una vez repoblado se concedió a Iznatoraf el fuero de Cuenca, y fue distinguida declarando sus tierras de realengo, es decir, no se cedieron a ningún señor, ni orden militar, ni a la Iglesia. Pero esta situación no se prolongó demasiado, ya que en el año 1252 Alfonso X cedió el lugar al Arzobispado de Toledo, que convirtió Iznatoraf, junto con Cazorla y Quesada, en una de las primeras villas del Adelantamiento de Cazorla. Con el avance de la Reconquista esta posición perdió importancia militar, pero cobró fuerza como centro económico, hasta tal punto que la población desbordó sus murallas y se estableció en el llano, haciendo que las aldeas que la rodeaban crecieran. El arzobispado toledano reforzó sus murallas y construyó un castillo, ya desaparecido porque su función no era tanto la de defensa como la de servir de residencia.
El nombre de la localidad es de origen árabe y alude a su castillo y muralla ('hisn': castillo, fortificación).
Descripción
El sistema defensivo de Iznatoraf ha desaparecido en su mayor parte. El castillo fue abandonado a mediados del siglo XVII, y desde entonces se han construido muchas viviendas con sus sillares. La muralla debió ser de bastante grosor, con once fortines y nueve puertas. En la actualidad sólo quedan restos de dos grandes torreones y cinco arcos o puertas de acceso.
La Puerta del Arrabal es la puerta principal del antiguo castillo y da acceso al centro de la villa o antiguo patio de armas. Es un monumental arco de medio punto de estilo renacentista de cantería sobre impostas en su vertiente exterior, sillería irregular en su conjunto y, por encima del arco, escudo sobre cartela apergaminada de rollos del obispo Bernardo de Sandoval y Rojas. En su interior presenta bóveda de medio cañón con hornacina que acoge un relieve renacentista de la Inmaculada enmarcado por pequeñas pilastras y cornisa.
La Puerta de la Virgen del Postigo, más atrayente y sugestiva, está construida en sillería, mampostería y ladrillo, correspondiéndose con modelos musulmanes. Se compone de arco de medio punto rebajado, pasadizo de cabios y doble arco de medio punto al interior, y data de los siglos XIII-XIV.
Los arcos de las calles del Campo y Comandante Barcina son postigos abiertos en la muralla para comunicar el espacio extramuros con el centro de la villa. Construidos en mampostería y con arco de medio punto (siglos XIII-XIV).
El Arco del Pozo de la Nieve es de las mismas características que los de las calles del Campo y Comandante Barcina. Por él se entra en un pasaje zigzagueante, donde estuvo la nevera del municipio, en la que, a base de hielo y paja, se conservaban los alimentos perecederos hasta no hace relativamente mucho tiempo. El conocido como Pozo de la Nieve era administrado por el Ayuntamiento.
La Casa de Alí Menón forma un adarve en la calle del Castillo Su planta es rectangular, y se trata de uno de los dos torreones que aún subsisten de la antigua fortaleza medieval. Conserva en su interior un curioso canalón árabe y un aljibe.
Estado de conservación
Del recinto amurallado sólo se conservan varios lienzos en los paseos del Solano, de las Torres y de la Cava. En el siglo XIX desapareció por ruina la llamada Puerta de Beas.
(CastillosNet)
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