Del castillo de Villardompardo se conservan restos de murallas en el lado sur, el patio de armas o la artística portada de traza clasicista, y sobre todo la torre del Homenaje.
El castillo se levanta al borde, muy pendiente, de una colina alargada. El talud natural, empinadísimo, que defiende al castillo por el este no requería más defensa que un mediano parapeto.
El recinto del castillo se adapta a la forma de trapecio irregular y lo conforman materiales como la mampostería y el tapial. Los lados sur y oeste confluyen en la torre del Homenaje.
La torre del Homenaje tiene una forma casi cuadrada, está levantada sobre un suelo rocoso, y alcanza los 20 metros de altura. Por la parte en que la roca no aflora, los constructores dispusieron un zócalo de sillarejo. El resto de la torre es de mampostería en hileras regulares, mientras que las esquinas son de sillarejo más regular, que por la parte alta alterna con núcleos de ladrillo.
Está estructurada en cuatro pisos sostenidos por fuertes vigas de madera en los que, al convertirse en residencia palaciega, se le abrieron grandes ventanales cubiertos con arcos escarzanos. La escalera se ubicaba en el cerramiento de la esquina norte.
Su portada, de gran empaque y armónicas proporciones, es representativa de su uso palaciego, ya en el siglo XVI, la compone un arco de medio punto moldurado con grandes dovelas despiezadas y ménsula en la clave que apea sobre pilastras de grandes dimensiones. Sobre el arco se alza un escudo nobiliario bien labrado del primer Conde de Villardompardo, señor de Torres y Portugal.
En 1985 el castillo fue declarado Bien de Interés Cultural.
(Diario Jaén)
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