El Alcázar de los Reyes Cristianos es el resultado del devenir de la historia de España a su paso por la ciudad de Córdoba. Aquí conviven restos visigodos y romanos, nuestras de la presencia de los árabes en nuestro país y también del quehacer de la Inquisición.
Aunque originariamente, durante la época romana, en este emplazamiento se desarrollaron labores económicas, los árabes aprovecharon los restos de la construcción para levantar el Palacio Omeya, residencia de los califas de Córdoba. Posteriormente, en 1236, Fernando III el Santo reconquista la ciudad y establece en el Alcázar
la residencia real. A su marcha de Granada, los Reyes Católicos convierten el edificio en la sede del Tribunal de la Inquisición,
hasta que esta es abolida en las Cortes de Cádiz. Entre 1822 y 1931 se utiliza como prisión, y hasta 1955, como instalación militar. Ya en 1955 pasa a depender del Ayuntamiento de la ciudad, que acomete una importante labor de restauración.
Fruto de la relevancia de la fortificación es el desarrollo de los jardines que la acompañan. A mediados del siglo pasado, estos
adquirieron la estructura que puede observarse hoy, que distribuye el jardín en diferentes alturas que han dado lugar al Jardín Alto, el Medio, el Bajo, el Paseo de los Reyes y el Patio Morisco. Las 30 hectáreas que ocupa el jardín se extienden por lo que antaño fueron huertas que se surtían del agua del Guadalquivir y la sierra de Córdoba.
Ahora el agua es uno de los principales atractivos del lugar, pues recorre todo el jardín a través de acequias, fuentes y albercas.
También, los rosales, los setos de boj perfectamente recortados, los paseos arbolados y las diferentes esculturas que se erigen.
Tal es la importancia del conjunto que en 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
(20 minutos)
Aunque originariamente, durante la época romana, en este emplazamiento se desarrollaron labores económicas, los árabes aprovecharon los restos de la construcción para levantar el Palacio Omeya, residencia de los califas de Córdoba. Posteriormente, en 1236, Fernando III el Santo reconquista la ciudad y establece en el Alcázar
la residencia real. A su marcha de Granada, los Reyes Católicos convierten el edificio en la sede del Tribunal de la Inquisición,
hasta que esta es abolida en las Cortes de Cádiz. Entre 1822 y 1931 se utiliza como prisión, y hasta 1955, como instalación militar. Ya en 1955 pasa a depender del Ayuntamiento de la ciudad, que acomete una importante labor de restauración.
Fruto de la relevancia de la fortificación es el desarrollo de los jardines que la acompañan. A mediados del siglo pasado, estos
adquirieron la estructura que puede observarse hoy, que distribuye el jardín en diferentes alturas que han dado lugar al Jardín Alto, el Medio, el Bajo, el Paseo de los Reyes y el Patio Morisco. Las 30 hectáreas que ocupa el jardín se extienden por lo que antaño fueron huertas que se surtían del agua del Guadalquivir y la sierra de Córdoba.
Ahora el agua es uno de los principales atractivos del lugar, pues recorre todo el jardín a través de acequias, fuentes y albercas.
También, los rosales, los setos de boj perfectamente recortados, los paseos arbolados y las diferentes esculturas que se erigen.
Tal es la importancia del conjunto que en 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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