De la fuerte muralla del siglo XI que rodeada la villa aún se mantienen varios tramos aunque su conservación es mala. Estaba formada por muros de tapial de gran altura recubiertos de sillería que alcanzan 1,50 metros de anchura, aunque en muchas partes carece del revestimiento.
Tuvo, al menos, tres puertas de las que aún perdura la del Caño, junto a la que se encuentran los restos más amplios de muralla. Recibe el nombre de la fuente que se encuentra frente a ella. A la primitiva entrada se le adosó, en una época posterior, una magnífica construcción de sillería que sobresale de la muralla.
Se accede desde el exterior a través de un arco ojival, al que sigue otro rebajado en el que aún perduran los goznes de las puertas. Entre medias contó para su defensa con un rastrillo cuyas guías se conservan entre ambos arcos. Por último salva la anchura de la muralla por medio de una bóveda de medio punto. Hace unos años ha sufrido una desafortunada restauración en la que se ha recrecido e igualado la altura de la puerta mediante varias hiladas de ladrillos.
Igualmente quedan vestigios de la puerta de San Miguel, situada al final de la calle del mismo nombre, que a diferencia de la anterior, no sobresalía de la muralla. Se conserva en un lamentable estado parte de una jamba, el arranque de un arco y uno de los goznes. Una tercera entrada pudo situarse al final de la calle del Monte, donde hasta hace pocos años se apreciaba parte de una jamba adosada a una fachada en ruinas.
También tuvo castillo, emplazado en una pequeña elevación en la parte más alta de la villa, de él sólo queda como recuerdo la ermita de la Virgen del Castillo, del siglo XII, convertida en Ayuntamiento y museo etnográfico.
Tuvo, al menos, tres puertas de las que aún perdura la del Caño, junto a la que se encuentran los restos más amplios de muralla. Recibe el nombre de la fuente que se encuentra frente a ella. A la primitiva entrada se le adosó, en una época posterior, una magnífica construcción de sillería que sobresale de la muralla.
Se accede desde el exterior a través de un arco ojival, al que sigue otro rebajado en el que aún perduran los goznes de las puertas. Entre medias contó para su defensa con un rastrillo cuyas guías se conservan entre ambos arcos. Por último salva la anchura de la muralla por medio de una bóveda de medio punto. Hace unos años ha sufrido una desafortunada restauración en la que se ha recrecido e igualado la altura de la puerta mediante varias hiladas de ladrillos.
Igualmente quedan vestigios de la puerta de San Miguel, situada al final de la calle del mismo nombre, que a diferencia de la anterior, no sobresalía de la muralla. Se conserva en un lamentable estado parte de una jamba, el arranque de un arco y uno de los goznes. Una tercera entrada pudo situarse al final de la calle del Monte, donde hasta hace pocos años se apreciaba parte de una jamba adosada a una fachada en ruinas.
También tuvo castillo, emplazado en una pequeña elevación en la parte más alta de la villa, de él sólo queda como recuerdo la ermita de la Virgen del Castillo, del siglo XII, convertida en Ayuntamiento y museo etnográfico.