Grisel es uno de los castillos góticos más importantes y mejor conservados de Aragón. Construido en sillar, ha sido declarado Bien de Interés Cultural y conserva todos sus elementos defensivos: matacán, murallas almenadas con saeteras, adarves o torres defensivas. Es un caso excepcional de fortaleza gótica en Aragón, ya que ha conservado íntegramente su muralla perimetral y es la única que cuenta con dos patios interiores.
La fortaleza está situada en el núcleo urbano de Grisel, un pueblo de 80 habitantes a 3 km. de la ciudad de Tarazona y su conocida catedral, en el entorno de Parque Natural del Moncayo y el Monasterio de Veruela.
El castillo tiene su origen en los siglos XI-XII, entre sus tenentes se conoce a don Lope Ferrench de Luna en 1301, siendo comprado en 1352 por el Cabildo de la Catedral de Tarazona a Hugo de Cardona. Fue fortificado a finales del siglo XIV ante la amenaza castellana.
Al observar el edificio, se distingue claramente sus tres etapas constructivas. Una primera edificación a modo de castillo-torre posiblemente del siglo XI. Con un torreón rectangular que da a la iglesia, levantado con grandes sillares, que lo distinguen y diferencian del resto de la obra.
En el siglo XIV, se adosó a este torreón un castillo gótico en sillería, con dos patios, capilla, matacán sobre la puerta de acceso, una segunda torre de mayor altura y una muralla perimetral almenada y con saeteras defensivas; la cual rodea a la fortaleza en su totalidad y cuenta con una puerta de acceso en arco apuntado y coronada con ménsulas.
El castillo conserva los espacios originales de esta época con muchos muebles originales del castillo restaurados. Entre otros espacios cuenta con capilla, cocina antigua, salón para eventos en la planta baja, dos patios, salón palaciego y terraza.
En el siglo XVI, al perder su función defensiva, se adapta a funciones palaciegas y administrativas del Cabildo de la Catedral de Tarazona, se recrece el castillo una altura y se permite el adosamiento de viviendas a la muralla exterior, ocultándola totalmente. Dicha muralla saldrá de nuevo a la luz a finales del siglo XX.
El castillo pasaría a manos privados tras la desamortización de Mendizabal en el siglo XIX.
Toda la decoración ha sido cuidadosamente elegida, creando diferentes ambientes que se han dado en el castillo desde su origen, por lo que paseando por sus estancias podemos hacer un viaje desde el siglo XIV al XIX.
En su interior, las referencias los castillos son constantes, cuenta con una amplia colección de fotografías de fortalezas de toda España distribuidas por diferentes salas y estancias, y que han sido expuestas en salas de Madrid, en el Aeropuerto de Barajas, en el Parador Nacional de Alcalá de Henares o en el castillo de Valderrobres. También encontraréis grabados antiguos, libros, mapas, una colección de vinos con nombres de castillos y un sinfín de objetos relacionados con las fortificaciones medievales.
El castillo, en estado de ruina inminente, fue adquirido en 1988 por don Manuel Giménez Aperte, momento en el que empezó una compleja y apasionante labor de restauración. Cuando se adquirió el castillo, a penas era reconocible ya que se había transformado en diferentes viviendas y su muralla perimetral estaba derruida.
Durante 30 años, se ha trabajado para recuperar la construcción medieval. Se realizaron excavaciones arqueológicas y estudios históricos que fueron mostrando como era el conjunto durante los siglos XI y XIV, épocas de las que se conservaba poca información. A continuación, se eliminaron todos los anexos modernos y se restauraron lienzos, almenas y estancias, como podéis ver en el apartado de Restauración.
Después de tanto trabajo, la fortaleza ha recuperado todo su esplendor de antaño y ha llegado el momento de compartirla con todo el público.
La fortaleza está situada en el núcleo urbano de Grisel, un pueblo de 80 habitantes a 3 km. de la ciudad de Tarazona y su conocida catedral, en el entorno de Parque Natural del Moncayo y el Monasterio de Veruela.
El castillo tiene su origen en los siglos XI-XII, entre sus tenentes se conoce a don Lope Ferrench de Luna en 1301, siendo comprado en 1352 por el Cabildo de la Catedral de Tarazona a Hugo de Cardona. Fue fortificado a finales del siglo XIV ante la amenaza castellana.
Al observar el edificio, se distingue claramente sus tres etapas constructivas. Una primera edificación a modo de castillo-torre posiblemente del siglo XI. Con un torreón rectangular que da a la iglesia, levantado con grandes sillares, que lo distinguen y diferencian del resto de la obra.
En el siglo XIV, se adosó a este torreón un castillo gótico en sillería, con dos patios, capilla, matacán sobre la puerta de acceso, una segunda torre de mayor altura y una muralla perimetral almenada y con saeteras defensivas; la cual rodea a la fortaleza en su totalidad y cuenta con una puerta de acceso en arco apuntado y coronada con ménsulas.
El castillo conserva los espacios originales de esta época con muchos muebles originales del castillo restaurados. Entre otros espacios cuenta con capilla, cocina antigua, salón para eventos en la planta baja, dos patios, salón palaciego y terraza.
En el siglo XVI, al perder su función defensiva, se adapta a funciones palaciegas y administrativas del Cabildo de la Catedral de Tarazona, se recrece el castillo una altura y se permite el adosamiento de viviendas a la muralla exterior, ocultándola totalmente. Dicha muralla saldrá de nuevo a la luz a finales del siglo XX.
El castillo pasaría a manos privados tras la desamortización de Mendizabal en el siglo XIX.
Toda la decoración ha sido cuidadosamente elegida, creando diferentes ambientes que se han dado en el castillo desde su origen, por lo que paseando por sus estancias podemos hacer un viaje desde el siglo XIV al XIX.
En su interior, las referencias los castillos son constantes, cuenta con una amplia colección de fotografías de fortalezas de toda España distribuidas por diferentes salas y estancias, y que han sido expuestas en salas de Madrid, en el Aeropuerto de Barajas, en el Parador Nacional de Alcalá de Henares o en el castillo de Valderrobres. También encontraréis grabados antiguos, libros, mapas, una colección de vinos con nombres de castillos y un sinfín de objetos relacionados con las fortificaciones medievales.
El castillo, en estado de ruina inminente, fue adquirido en 1988 por don Manuel Giménez Aperte, momento en el que empezó una compleja y apasionante labor de restauración. Cuando se adquirió el castillo, a penas era reconocible ya que se había transformado en diferentes viviendas y su muralla perimetral estaba derruida.
Durante 30 años, se ha trabajado para recuperar la construcción medieval. Se realizaron excavaciones arqueológicas y estudios históricos que fueron mostrando como era el conjunto durante los siglos XI y XIV, épocas de las que se conservaba poca información. A continuación, se eliminaron todos los anexos modernos y se restauraron lienzos, almenas y estancias, como podéis ver en el apartado de Restauración.
Después de tanto trabajo, la fortaleza ha recuperado todo su esplendor de antaño y ha llegado el momento de compartirla con todo el público.