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La fortaleza de Cehegín que nosotros conocemos es puramente cristiana, ya muy reformada desde el siglo XIV y sobre todo en el XV, con sus seis torres, llamadas del homenaje, la torre del mirador, la torre mocha, la torre del alhorí, la torrecilla de la cocina y la torre de la esquina.
El castillo estaba acondicionado con variadas dependencias que aseguraran el sustento y bienestar de sus ocupantes tanto en época de paz como de guerra. Había bodega, horno, aljibe, molino, cocina, e incluso el pósito-alhorí.
Fue necesario en tanto y cuanto corrían los tiempos en que las fortalezas de este tipo tenían sentido, pero, una vez pasada la guerra de Granada y entrados en el siglo XVI, su función decayó considerablemente y sólo quedó para beneficio de la figura del alcaide de la fortaleza, con el honor y la rentas que suponía tal distinción. Con la construcción de la Casa Tercia se acabó definitivamente la última función que quedaba a la vieja fortaleza de Cehegín, la de la administración de las rentas de la Encomienda. A partir del siglo XVI el castillo se fue quedando atrapado entre las casas, al igual que la muralla de la villa, y aún así permaneció hasta el siglo XX, en que, en el año 1957, fue derribado para ensanchar la plaza