Wellington ensalzó las virtudes estratégicas defensivas de Ciudad Rodrigo definiendo a la plaza como "la posición mejor escogida defendida" de cuantas ciudades fronterizas había conocido. No en vano este privilegiado emplazamiento atrajo la atención de diferentes pobladores desde tiempos históricos que se remontan, cuando menos, hasta el siglo VI a. de C. La antigua Miróbriga pasó a denominarse Augustóbriga, como homenaje del emperador Octavio César Augusto, durante la dominación romana. La tradición señala que con la llegada del siglo XII el conde Rodrigo González Girón repobló la villa, que pasó a tomar el nombre del aristócrata refundador.
Reseña histórica
El rey leonés Fernando II ordenó, en el último tercio del siglo XII, fortificar la ciudad. Se presume que con este motivo se decidió levantar una muralla que aprovecha, parcialmente, los restos de la vieja cerca romana que se habían salvado de la devastación. El castillo fue levantado por orden del monarca Enrique II de Trastámara a partir de 1372, según se desprende del contenido de una desgastada lápida fundacional que fue instalada sobre la puerta principal. Enrique IV nombró en 1466 tenente del castillo a don Enrique del Águila. A este personaje, que defendió con éxito la ciudad de un ataque portugués, se atribuye la construcción del cuerpo superior de la torre del homenaje. También resistió eficazmente el asedio del duque de Alba - García Álvarez de Toledo -, que pretendió hacerse con la fortaleza tras la donación de la misma que en su favor realizase Isabel la Católica en 1475.
Características arquitectónicas
El castillo muestra al exterior un recinto externo de planta rectangular rematado con almena provista de ornamentación piramidal y balconcillos amatacanados en medio de las fachadas. Se edificó con mampuesto. Los ángulos se reforzaron con sillería. El torreón central tiene planta cuadrada y fue construido también con mampostería. Abre vistas hacia el río Águeda a través de una singular ventana geminada. Constaba inicialmente de dos alturas, a las que se añadió un tercer cuerpo que se cubre con bóveda apuntada de ladrillo. La entrada al castillo se verifica a través de una puerta con singular vano defensivo en forma de recodo.
La muralla fue reconstruida, con mampostería de guijarro, por el alarife gallego Juan de Cabrera. Rodea el casco urbano tradicional a lo largo de sus dos kilómetros y cuarto de perímetro. Alcanzaba, en origen, más de ocho metros de altura. En la muralla se abrieron inicialmente cinco puertas - conocidas como puertas de don Pelayo, del Conde, de Santiago, de la Colada y del Rey -, que se incrementarían con otras tres - puertas de la Santa Cruz, del Alcázar y del Sol - en su decurso histórico.
Unas obras de consolidación ordenadas por Felipe V ocasionaron ligera rebaja en su altura. Isabel II impulsó la reparación de los daños ocasionados en las murallas por la Guerra de la Independencia.
Estado de conservación
Fortaleza y muralla se conservan completas y restauradas. El castillo es de propiedad estatal. Alberga en sus dependencias el Parador Nacional de Turismo Enrique II. La muralla ha sido restaurada para su conversión en camino que rodea el casco histórico de la villa. Desde sus miradores se disfrutan magníficas vistas sobre la fecunda vega que se extiende a sus pies y sobre la vecina sierra de Gata.
(Los castillos y fortalezas de Castilla y León - Carlos M. Martín Jiménez)
Reseña histórica
El rey leonés Fernando II ordenó, en el último tercio del siglo XII, fortificar la ciudad. Se presume que con este motivo se decidió levantar una muralla que aprovecha, parcialmente, los restos de la vieja cerca romana que se habían salvado de la devastación. El castillo fue levantado por orden del monarca Enrique II de Trastámara a partir de 1372, según se desprende del contenido de una desgastada lápida fundacional que fue instalada sobre la puerta principal. Enrique IV nombró en 1466 tenente del castillo a don Enrique del Águila. A este personaje, que defendió con éxito la ciudad de un ataque portugués, se atribuye la construcción del cuerpo superior de la torre del homenaje. También resistió eficazmente el asedio del duque de Alba - García Álvarez de Toledo -, que pretendió hacerse con la fortaleza tras la donación de la misma que en su favor realizase Isabel la Católica en 1475.
Características arquitectónicas
El castillo muestra al exterior un recinto externo de planta rectangular rematado con almena provista de ornamentación piramidal y balconcillos amatacanados en medio de las fachadas. Se edificó con mampuesto. Los ángulos se reforzaron con sillería. El torreón central tiene planta cuadrada y fue construido también con mampostería. Abre vistas hacia el río Águeda a través de una singular ventana geminada. Constaba inicialmente de dos alturas, a las que se añadió un tercer cuerpo que se cubre con bóveda apuntada de ladrillo. La entrada al castillo se verifica a través de una puerta con singular vano defensivo en forma de recodo.
La muralla fue reconstruida, con mampostería de guijarro, por el alarife gallego Juan de Cabrera. Rodea el casco urbano tradicional a lo largo de sus dos kilómetros y cuarto de perímetro. Alcanzaba, en origen, más de ocho metros de altura. En la muralla se abrieron inicialmente cinco puertas - conocidas como puertas de don Pelayo, del Conde, de Santiago, de la Colada y del Rey -, que se incrementarían con otras tres - puertas de la Santa Cruz, del Alcázar y del Sol - en su decurso histórico.
Unas obras de consolidación ordenadas por Felipe V ocasionaron ligera rebaja en su altura. Isabel II impulsó la reparación de los daños ocasionados en las murallas por la Guerra de la Independencia.
Estado de conservación
Fortaleza y muralla se conservan completas y restauradas. El castillo es de propiedad estatal. Alberga en sus dependencias el Parador Nacional de Turismo Enrique II. La muralla ha sido restaurada para su conversión en camino que rodea el casco histórico de la villa. Desde sus miradores se disfrutan magníficas vistas sobre la fecunda vega que se extiende a sus pies y sobre la vecina sierra de Gata.
(Los castillos y fortalezas de Castilla y León - Carlos M. Martín Jiménez)