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Murallas y Castillo de Fuentidueña

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Corresponde a Fuentidueña el dudoso honor de haber servido de rehén en el rescate de algunas de las valiosísimas pinturas murales de la iglesia de San Baudelio de Berlanga. Aunque resulte difícil de concebir, el ábside de la iglesia de San Martín de Fuentidueña fue canjeado por seis paneles con pinturas murales arrancadas de las paredes del templo soriano. De este modo los frescos sorianos retornaron al Museo del Prado de Madrid y el ábside románico segoviano viajó, desmembrado, rumbo a Nueva York, para su instalación en el Museo de Los Claustros. La surrealista operación consiguió el efecto, particularmente doloroso, de que ambas joyas artísticas fuesen a parar fuera de sus emplazamientos originales en tierras de Castilla y León. Fuentidueña es un lugar cargado de resonancias históricas que ha sufrido como ningún otro el azote del abandono y la incuria conservacionista de su maltratado patrimonio.
Reseña histórica
Los historiadores sitúan la fecha de construcción de las murallas entre los siglos XII y XIII. Tal intervención arquitectónica se relaciona con la repoblación de la Extremadura castellano-leonesa, región a la que el falso fuero de Peñafiel del siglo XII se refiere como "transacto Duero...in Extremadura". Ocupaba los territorios que se extendían por la vertiente meridional del gran río de la submeseta norte. La conquista de Toledo en 1085 por el monarca castellano Alfonso VI supuso la consolidación de la conquista de las Extremaduras castellana y leonesa, y la anexión definitiva del espacio geográfico comprendido entre el Duero y el Sistema Central. Fuentidueña era una de las capitales de concejo que integraban este espacio. Durante los siglos XIV y XV la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña, entidad concebida originariamente bajo principios de inspiración democrática, se convierte en un feudo que es utilizado como moneda de pago a personajes de la nobleza para compensar los servicios prestados a la monarquía. La titularidad de este señorío recae, en tiempos de Juan II, en el valido real don Alvaro de Luna. A comienzos del siglo XVII el señorío se transforma en condado de Fuentidueña, cuya merced se otorga al linaje de los Luna. Los condes de Montijo adquieren la plaza, por vía hereditaria, en el siglo XVIII.

Características arquitectónicas
Quedan en pie, únicamente, algunos lienzos de lo que fuera soberbio recinto amurallado. La cerca intercala a lo largo de todo su perímetro cubos de diferente grosor y torreones rectangulares defensivos. Del castillo perviven únicamente algunos paños desmembrados y arruinados retazos que no permitirán al visitante recomponer, siquiera idealmente, su planta original ni su estructura primitiva.

Estado de conservación
Los restos que encontraremos son simples ruinas de la antigua y esplendorosa muralla. Las panorámicas lejanas propician las mejores vistas del conjunto, que es de propiedad particular. En todo caso, el espléndido caserío tradicional de Fuentidueña convierte la visita en hallazgo impagable.


(Los castillos y fortalezas de Castilla y León - Carlos M. Martín Jiménez)

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