Cuéllar es villa de rancia tradición medieval. Situada en territorio estratégico, soporta fricción permanente entre los ejércitos musulmán y cristiano durante el período histórico próximo al fin del primer milenio. La furia devastadora de Almanzor se hizo notar en la villa con motivo de una de sus conocidas aceifas -año 977-, Cuéllar quedó arrasada. Tras la conquista de Toledo, el pretendido -y cuestionado- "desierto estratégico" del sur del Duero se consolida como territorio de los reyes cristianos, quienes impulsan decididamente su repoblación. Se erige, entonces, Cuéllar en cabeza de Comunidad de Villa y Tierra y pronto alcanza gran relevancia, viéndose distinguida con el favor de los monarcas castellanos. Alfonso X, mediante la concesión de Fuero privilegiado, consagra definitivamente la preponderancia de la plaza.
Reseña histórica
La importancia estratégica que adquiere Cuéllar tras su repoblación desencadena un inusitado afán fortificador. La villa se convierte en inexpugnable, gracias a un complejo sistema de amurallamiento múltiple. En el lugar más elevado del entorno, sobre una plataforma apartada del casco urbano, se levantó un castillo que ha sufrido íntegra transformación. Parte del recinto exterior del actual conjunto está formado por la muralla construida en el siglo XIII. En 1433 la fortaleza pertenecía a don Alvaro de Luna, quien refuerza los muros del recinto interno y ordena construir un torreón cilindrico. En 1464 el monarca Enrique IV entrega la villa a su favorito, conde de Ledesma y duque de Albuquerque, don Beltrán de la Cueva. Este destacado personaje será el artífice principal de la edificación de la estructura del conjunto que ha llegado a nuestros días, con las modificaciones introducidas, entre los últimos años del siglo XV y mediados de la centuria siguiente, por sus sucesores don Francisco -segundo duque- y don Beltrán de la Cueva -tercer duque de Alburquerque-.
Características arquitectónicas
Tiene planta trapezoidal, que se remata en sus ángulos con tres torres cilíndricas y una cuadrangular. Se protege todo ello con barbacana defensiva. Apenas quedan vestigios del foso que debió rodear las partes más vulnerables del conjunto. Muestra el edificio una interesante hibridación entre conceptos palaciegos y planteamientos estrictamente militares. Esta indefinición se acusa de manera muy particular en una de las torres angulares, donde las soluciones defensivas se incrustan en torreones abiertos al exterior mediante balcones que hablan de un cariz claramente residencial. En el muro meridional hallaremos restos de esgrafiado de círculos tangentes que decora el mampuesto. El cubo más espectacular del castillo se aloja en el ángulo que mira a poniente. Su construcción se atribuye a don Francisco de la Cueva, quien debió ordenar su edificación en los últimos años del siglo XV. Su robusta composición supera los tres metros de grosor. Cuenta el castillo con un hermoso patio construido a mediados del siglo XVI bajo inspiración estilística renacentista. Nos muestra un ala portada de doble altura en la que resulta muy llamativo el empleo de arcos escarzanos, notablemente rebajados, que apean sobre interesantes capiteles. Este tipo de arquería se repite en un balcón portado y amatacanado sobre ménsulas que corona la fachada meridional.
Estado de conservación
Ha llegado hasta nosotros íntegro y en buen estado de conservación. Pertenece al Duque de Alburquerque, quien lo ha cedido al Ministerio de Educación y Cultura. Acoge un centro docente.
(Los castillos y fortalezas de Castilla y León - Carlos M. Martín Jiménez)
Reseña histórica
La importancia estratégica que adquiere Cuéllar tras su repoblación desencadena un inusitado afán fortificador. La villa se convierte en inexpugnable, gracias a un complejo sistema de amurallamiento múltiple. En el lugar más elevado del entorno, sobre una plataforma apartada del casco urbano, se levantó un castillo que ha sufrido íntegra transformación. Parte del recinto exterior del actual conjunto está formado por la muralla construida en el siglo XIII. En 1433 la fortaleza pertenecía a don Alvaro de Luna, quien refuerza los muros del recinto interno y ordena construir un torreón cilindrico. En 1464 el monarca Enrique IV entrega la villa a su favorito, conde de Ledesma y duque de Albuquerque, don Beltrán de la Cueva. Este destacado personaje será el artífice principal de la edificación de la estructura del conjunto que ha llegado a nuestros días, con las modificaciones introducidas, entre los últimos años del siglo XV y mediados de la centuria siguiente, por sus sucesores don Francisco -segundo duque- y don Beltrán de la Cueva -tercer duque de Alburquerque-.
Características arquitectónicas
Tiene planta trapezoidal, que se remata en sus ángulos con tres torres cilíndricas y una cuadrangular. Se protege todo ello con barbacana defensiva. Apenas quedan vestigios del foso que debió rodear las partes más vulnerables del conjunto. Muestra el edificio una interesante hibridación entre conceptos palaciegos y planteamientos estrictamente militares. Esta indefinición se acusa de manera muy particular en una de las torres angulares, donde las soluciones defensivas se incrustan en torreones abiertos al exterior mediante balcones que hablan de un cariz claramente residencial. En el muro meridional hallaremos restos de esgrafiado de círculos tangentes que decora el mampuesto. El cubo más espectacular del castillo se aloja en el ángulo que mira a poniente. Su construcción se atribuye a don Francisco de la Cueva, quien debió ordenar su edificación en los últimos años del siglo XV. Su robusta composición supera los tres metros de grosor. Cuenta el castillo con un hermoso patio construido a mediados del siglo XVI bajo inspiración estilística renacentista. Nos muestra un ala portada de doble altura en la que resulta muy llamativo el empleo de arcos escarzanos, notablemente rebajados, que apean sobre interesantes capiteles. Este tipo de arquería se repite en un balcón portado y amatacanado sobre ménsulas que corona la fachada meridional.
Estado de conservación
Ha llegado hasta nosotros íntegro y en buen estado de conservación. Pertenece al Duque de Alburquerque, quien lo ha cedido al Ministerio de Educación y Cultura. Acoge un centro docente.
(Los castillos y fortalezas de Castilla y León - Carlos M. Martín Jiménez)