La antigua ciudad romana de «Capera» estaba situada en la Vía de la Plata, en el camino de «Emérita Augusta» (Mérida) a «Salmantica» (Salamanca). La ciudad tuvo su origen en la época republicana y debió de alcanzar el rango de «municipium» con los Flavios, estando adscrita a la tribu Quirina. Si se juzga por las excavaciones efectuadas la urbe no alcanzó una gran extensión, pues su muralla, de sólido recinto de sillares bien terminados, abrazaba en su interior unas 14-16 hectáreas, pero tuvo una vida ciudadana muy intensa como prueban los muchos epigramas con menciones constantes al «ordo decurionum», y donde sus habitantes resolvían los asuntos comunes agrupándose en «collegia». Si consideramos que el amurallamiento se llevó a cabo en el siglo III d.C, la ciudad aún debía de ser bastante importante en esta época.
El edificio más importante llegado a nosotros es el conocido «tetrapylon», o arco cuadrifonte, analizado con profusión por García Bellido en los primeros años setenta. Se localiza en pleno centro de la ciudad, donde estaría emplazado el Foro y los monumentos principales. Es posible que en él confluyeran las dos vías principales («cardo» y «decumanus») según el trazado urbano habitual, y, como es normal, tiene un sentido honorífico evidente.
El arco está muy bien documentado gracias a las inscripciones conservadas, y en concreto a una que está en el pilar de la derecha del frente sur del monumento en la que se alude a «Marcus Fidius Macer» y a un nuevo «Fidius Macer», así como a «Bolosea», hija de «Pellus», su mujer. Este «Fidius Macer» parece que fue quien mandó erigir el arco en cumplimiento de la voluntad testamentaria de sus padres. Por otras inscripciones sabemos de la relevancia de este ciudadano de «Capera» pues se le consgina tres veces como magistrado, dos veces duunviro y como «praefectus fabrum», o jefe de los obreros municipales. En cuanto a la fecha de su erección se le sitúa en la época Flavia, a finales del siglo I d.C.
Es el único arco cuadrifonte que se conserva en nuestra Península y tiene unas medidas en su planta de 8,60 por 7,35 metros, calculándosela una altura de 12,30 en su estado originario. El monumento se eleva sobre cuatro pilares que soportan cuatro arcos de medio punto adornados con una arquivolta o moldura que envuelve el trasdós. Cada pilar se asiente sobre un basamento rematado por una cornisa bastante resaltada. Los frontales norte y sur disponen de dos pedestales adosados sobre los que se colocarían esculturas representativas de las parejas citadas en las inscripciones. No sería de extrañar que, por sus dimensiones, en los pedestales del norte se encaramaran retratos ecuestres, al menos así lo representa García Bellido en la reconstrucción ideal del arco.
Quizás lo más sobresaliente del monumento desde el punto de vista arquitectónico sea el complejo sistema utilizado en la traza de la bóveda de aristas del interior. Las juntas visibles son mixtilíneas dado que las dovelas que forman las aristas se suceden de forma escalonada en su planimetría, encajando de manera perfecta. Aunque es un recurso innecesario y caprichoso, da muestras del alto tecnicismo y de la especialización alcanzados tanto por el arquitecto como por los canteros.
No sabemos cómo se coronaba la construcción, si bien si nos guiamos de la composición regular de los arcos romanos, se sucederían correlativamente en altura el arquitrabe, el friso, la cornisa y el ático.
En cuanto a su fábrica, por lo que podemos apreciar en la parte superior, se compone de un núcleo de hormigón recubierto de un paramento de sillería muy bien recortada y rematada.
Las importantes excavaciones realizadas por los arqueólogos, y sobre todo por Cerrillo en los últimos años, han puesto al descubierto importantes monumentos dentro de la ciudad, entre ellos un templo de Júpiter, y, a su lado, lo que pudo ser una basílica, de planta rectangular, que sería reutilizada en el Medievo e, incluso, posteriormente. Todo ello en la zona monumental, que constituiría el Foro. Al parecer, extramuros y hacia el sur, contó con un anfiteatro. Se han localizado también las necrópolis noroeste y sudeste.
El edificio más importante llegado a nosotros es el conocido «tetrapylon», o arco cuadrifonte, analizado con profusión por García Bellido en los primeros años setenta. Se localiza en pleno centro de la ciudad, donde estaría emplazado el Foro y los monumentos principales. Es posible que en él confluyeran las dos vías principales («cardo» y «decumanus») según el trazado urbano habitual, y, como es normal, tiene un sentido honorífico evidente.
El arco está muy bien documentado gracias a las inscripciones conservadas, y en concreto a una que está en el pilar de la derecha del frente sur del monumento en la que se alude a «Marcus Fidius Macer» y a un nuevo «Fidius Macer», así como a «Bolosea», hija de «Pellus», su mujer. Este «Fidius Macer» parece que fue quien mandó erigir el arco en cumplimiento de la voluntad testamentaria de sus padres. Por otras inscripciones sabemos de la relevancia de este ciudadano de «Capera» pues se le consgina tres veces como magistrado, dos veces duunviro y como «praefectus fabrum», o jefe de los obreros municipales. En cuanto a la fecha de su erección se le sitúa en la época Flavia, a finales del siglo I d.C.
Es el único arco cuadrifonte que se conserva en nuestra Península y tiene unas medidas en su planta de 8,60 por 7,35 metros, calculándosela una altura de 12,30 en su estado originario. El monumento se eleva sobre cuatro pilares que soportan cuatro arcos de medio punto adornados con una arquivolta o moldura que envuelve el trasdós. Cada pilar se asiente sobre un basamento rematado por una cornisa bastante resaltada. Los frontales norte y sur disponen de dos pedestales adosados sobre los que se colocarían esculturas representativas de las parejas citadas en las inscripciones. No sería de extrañar que, por sus dimensiones, en los pedestales del norte se encaramaran retratos ecuestres, al menos así lo representa García Bellido en la reconstrucción ideal del arco.
Quizás lo más sobresaliente del monumento desde el punto de vista arquitectónico sea el complejo sistema utilizado en la traza de la bóveda de aristas del interior. Las juntas visibles son mixtilíneas dado que las dovelas que forman las aristas se suceden de forma escalonada en su planimetría, encajando de manera perfecta. Aunque es un recurso innecesario y caprichoso, da muestras del alto tecnicismo y de la especialización alcanzados tanto por el arquitecto como por los canteros.
No sabemos cómo se coronaba la construcción, si bien si nos guiamos de la composición regular de los arcos romanos, se sucederían correlativamente en altura el arquitrabe, el friso, la cornisa y el ático.
En cuanto a su fábrica, por lo que podemos apreciar en la parte superior, se compone de un núcleo de hormigón recubierto de un paramento de sillería muy bien recortada y rematada.
Las importantes excavaciones realizadas por los arqueólogos, y sobre todo por Cerrillo en los últimos años, han puesto al descubierto importantes monumentos dentro de la ciudad, entre ellos un templo de Júpiter, y, a su lado, lo que pudo ser una basílica, de planta rectangular, que sería reutilizada en el Medievo e, incluso, posteriormente. Todo ello en la zona monumental, que constituiría el Foro. Al parecer, extramuros y hacia el sur, contó con un anfiteatro. Se han localizado también las necrópolis noroeste y sudeste.