Iniciada por el califa Abd al-Rahman I, la Mezquita de Córdoba fue proyectada como una mezquita porticada buscando la misma relación patio-sala de oración que ya existía en la Mezquita de Damasco, pero con las once naves de la sala transversales.
Ya en este primer momento se organizan las arquerías que definen la mezquita. Tomando como fuente el romano acueducto de los Milagros de Mérida, según algunos especialistas, el arquitecto cordobés introduce una importante novedad: el empleo de dos soportes superpuestos, una columna abajo y un pilar arriba, y dos arcos: uno inferior, de herradura, y otro superior, de medio punto, que recibe la techumbre de madera.
Abd al-Rahman II, como consecuencia del crecimiento demográfico de la ciudad, en el año 833 añade una nave porticada en el patio, prolongando con siete tramos más las naves, en dirección al Guadalquivir, sostenidas por otras 80 columnas y construyendo un nuevo mihrab.
En el año 945 el patio y el alminar serán modificados por Abd al-Rahman III. Su hijo Al-Hakan II derriba el muro meridional y amplia la sala de oración con doce tramos y otras 120 columnas. La zona del mihrab y las tres espléndidas cúpulas que lo anteceden también son de esta época, alrededor del año 965.
Entre los años 987 y 990 Almanzor llevará a cabo la última ampliación y la más extensa. La proximidad del río hace que las naves se amplíen hacia oriente, quedando el mihrab descentrado. De esta manera, la sala de oración mide 130 metros de lado, superada sólo por la mezquita de Samarra.
La toma de la ciudad por Fernando III obligo a la conversión de la mezquita en templo cristiano, sin realizar apenas modificaciones. Posteriormente sí se llevaron a cabo nuevos trabajos que iban transformando el conjunto de la mezquita; los Reyes Católicos ordenaron levantar en el interior una nave en dirección este-oeste en la zona de la ampliación de Abd al-Rahman II. Al ser pequeña esta nave para el culto, se consideró en 1523 levantar una nueva catedral, siendo don Alonso Manrique el obispo de la diócesis.
El encargado de las trazas será Hernán Ruiz, diseñando una estructura en forma de cruz latina procurando afectar lo menos posible a la fábrica musulmana. El proyecto responde a un estilo tardogótico mientras que los elementos decorativos corresponden al Renacimiento y aún al Barroco ya que las obras continuaron hasta 1600.
La elevada altura del nuevo templo obligó al contrarresto exterior de arbotantes y contrafuertes, dispuestos con gran maestría para evitar daños a la delicada y ligera estructura de la mezquita. El resultado es una experiencia única para el visitante, ya que en un mismo espacio se integra una catedral gótica con una mezquita musulmana, viviendo diferentes sensaciones con sólo andar unos pocos metros.
(ArteHistoria)
Ya en este primer momento se organizan las arquerías que definen la mezquita. Tomando como fuente el romano acueducto de los Milagros de Mérida, según algunos especialistas, el arquitecto cordobés introduce una importante novedad: el empleo de dos soportes superpuestos, una columna abajo y un pilar arriba, y dos arcos: uno inferior, de herradura, y otro superior, de medio punto, que recibe la techumbre de madera.
Abd al-Rahman II, como consecuencia del crecimiento demográfico de la ciudad, en el año 833 añade una nave porticada en el patio, prolongando con siete tramos más las naves, en dirección al Guadalquivir, sostenidas por otras 80 columnas y construyendo un nuevo mihrab.
En el año 945 el patio y el alminar serán modificados por Abd al-Rahman III. Su hijo Al-Hakan II derriba el muro meridional y amplia la sala de oración con doce tramos y otras 120 columnas. La zona del mihrab y las tres espléndidas cúpulas que lo anteceden también son de esta época, alrededor del año 965.
Entre los años 987 y 990 Almanzor llevará a cabo la última ampliación y la más extensa. La proximidad del río hace que las naves se amplíen hacia oriente, quedando el mihrab descentrado. De esta manera, la sala de oración mide 130 metros de lado, superada sólo por la mezquita de Samarra.
La toma de la ciudad por Fernando III obligo a la conversión de la mezquita en templo cristiano, sin realizar apenas modificaciones. Posteriormente sí se llevaron a cabo nuevos trabajos que iban transformando el conjunto de la mezquita; los Reyes Católicos ordenaron levantar en el interior una nave en dirección este-oeste en la zona de la ampliación de Abd al-Rahman II. Al ser pequeña esta nave para el culto, se consideró en 1523 levantar una nueva catedral, siendo don Alonso Manrique el obispo de la diócesis.
El encargado de las trazas será Hernán Ruiz, diseñando una estructura en forma de cruz latina procurando afectar lo menos posible a la fábrica musulmana. El proyecto responde a un estilo tardogótico mientras que los elementos decorativos corresponden al Renacimiento y aún al Barroco ya que las obras continuaron hasta 1600.
La elevada altura del nuevo templo obligó al contrarresto exterior de arbotantes y contrafuertes, dispuestos con gran maestría para evitar daños a la delicada y ligera estructura de la mezquita. El resultado es una experiencia única para el visitante, ya que en un mismo espacio se integra una catedral gótica con una mezquita musulmana, viviendo diferentes sensaciones con sólo andar unos pocos metros.
(ArteHistoria)