Frente al Banco de España, en un enorme cuadrilátero de la plaza de Cibeles, se encuentra el antiguo Ministerio de la Guerra, hoy sede del Cuartel General del Ejército de Tierra.
El antiguo Palacio de Buenavista, construido por la duquesa de Alba a finales del siglo XVIII como residencia privada, es uno de los lugares con mucha historia de la capital y de la España militar y política. Sus estancias vieron trabajar a políticos de la Segunda República como Azaña o Largo Caballero y en ellos se fraguaron importantes acontecimientos del pasado de nuestro país como la defensa de Madriddurante la Guerra Civil.
Monarcas, gobernantes y héroes de la historia española están vinculados al Palacio de Buenavista, donde han residido, entre otros, el general Espartero, el general Prim o Miguel Primo de Rivera. El edificio ha sido escenario de destacados episodios militares relacionados con la historia más contemporánea de España, como la Sanjurjada, un fallido golpe de estado contra la Segunda República. En la fachada norte aún permanecen los impactos de proyectiles lanzados sobre el Ministerio de la Guerra de Azaña, el 10 de agosto de 1932.
Poco más de medio siglo antes falleció aquí el general Prim (presidente del Gobierno de 1869 a 1870) después de sufrir un atentado cuatro días antes de la llegada de Amadeo de Saboya. Más reciente es la reunión que aquí encabezó el general José Gabeiras, el entonces jefe de Estado Mayor del Ejército, para planificar el contragolpe del 23-F en 1981. Para rendir tributo al bicentenario del nacimiento de Prim el año que viene, el Ejército tiene intención de impulsar este enclave militar, histórico y cultural.
Durante el periodo de la Guerra de la Independencia (siglo XIX), cuando la ocupación francesa, su Estado Mayor bajo el mando del mariscal Murat ocupó el Palacio de Buenavista mientras las tropas hispanas se acantonaban en el parque de El Retiroy la Casa de Campo. El hermano de Napoleón, José Bonaparte, proclamado rey de España y conocido por el pueblo como Pepe Botella, consideró instalar en el inmueble un museo de pinturas. Al acabar la guerra se convirtió en sede del Museo Militar.
Otra de las estancias destacadas del palacio es el Salón de Embajadores, que ha albergado la capilla ardiente de militares asesinados por ETA y del general Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno durante la Transición. En esta sala el mariscal Joffe, héroe de Verdún (Primera Guerra Mundial), condecoró al rey Alfonso XIII por la no intervención de España en dicha contienda y por su colaboración con la Cruz Roja Internacional.
Sendas estatuas dedicadas a Don Pelayo y a Hernán Cortés flanquean el Patio de Armas del palacio, que fue adquirido por el Ayuntamiento de Madrid en 1805, un regalo a Godoy, en cuyas manos quedó hasta la incautación de sus bienes en 1808. Hay más estatuas: en honor al guerrero celtíbero y al valor, al tercio que combatió en Flandes, a El Cid, a Agustina de Aragón, al Gran Capitán, a los dioses Marte y Minerva…
No solo la historia política y militar jalonan los hechos que han forjado el lustre del Palacio de Buenavista. Este edificio alberga también auténticas joyas del arte patrio, como un retrato de Fernando VII de Francisco de Goya, la mesa donde Alfonso XIII presidió su último consejo de ministros, un ascensor secreto, cajas fuerte donde se preservaban los fondos reservados de la época, alfombras procedentes de la Real Fábrica de Santa Bárbara, tapices costumbristas… Pero es que antes, bajo posesión de la Casa de Alba, colgaron del palacio grandes pinturas como la Venus del espejo, de Velázquez, o La Madonna de Alba, de Rafael.
Los jardines del Palacio de Buenavista, cerrados por una verja de hierro, encierran un espacio único con árboles centenarios. Fueron añadidos en 1869 por orden del general Prim. Para el viajero interesado en disfrutar de la monumentalidad y poso histórico del sitio, debe saber que el Ejército de Tierra admite visitas de grupos y asociaciones. Quizás es uno de los lugares para visitar en Madrid menos conocidos para el turista, pero no por ello carece de interés. Al contrario. La historia escrita con mayúsculas tiene su pequeña porción en este edificio.
Monarcas, gobernantes y héroes de la historia española están vinculados al Palacio de Buenavista, donde han residido, entre otros, el general Espartero, el general Prim o Miguel Primo de Rivera. El edificio ha sido escenario de destacados episodios militares relacionados con la historia más contemporánea de España, como la Sanjurjada, un fallido golpe de estado contra la Segunda República. En la fachada norte aún permanecen los impactos de proyectiles lanzados sobre el Ministerio de la Guerra de Azaña, el 10 de agosto de 1932.
Poco más de medio siglo antes falleció aquí el general Prim (presidente del Gobierno de 1869 a 1870) después de sufrir un atentado cuatro días antes de la llegada de Amadeo de Saboya. Más reciente es la reunión que aquí encabezó el general José Gabeiras, el entonces jefe de Estado Mayor del Ejército, para planificar el contragolpe del 23-F en 1981. Para rendir tributo al bicentenario del nacimiento de Prim el año que viene, el Ejército tiene intención de impulsar este enclave militar, histórico y cultural.
Durante el periodo de la Guerra de la Independencia (siglo XIX), cuando la ocupación francesa, su Estado Mayor bajo el mando del mariscal Murat ocupó el Palacio de Buenavista mientras las tropas hispanas se acantonaban en el parque de El Retiroy la Casa de Campo. El hermano de Napoleón, José Bonaparte, proclamado rey de España y conocido por el pueblo como Pepe Botella, consideró instalar en el inmueble un museo de pinturas. Al acabar la guerra se convirtió en sede del Museo Militar.
Otra de las estancias destacadas del palacio es el Salón de Embajadores, que ha albergado la capilla ardiente de militares asesinados por ETA y del general Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno durante la Transición. En esta sala el mariscal Joffe, héroe de Verdún (Primera Guerra Mundial), condecoró al rey Alfonso XIII por la no intervención de España en dicha contienda y por su colaboración con la Cruz Roja Internacional.
Sendas estatuas dedicadas a Don Pelayo y a Hernán Cortés flanquean el Patio de Armas del palacio, que fue adquirido por el Ayuntamiento de Madrid en 1805, un regalo a Godoy, en cuyas manos quedó hasta la incautación de sus bienes en 1808. Hay más estatuas: en honor al guerrero celtíbero y al valor, al tercio que combatió en Flandes, a El Cid, a Agustina de Aragón, al Gran Capitán, a los dioses Marte y Minerva…
No solo la historia política y militar jalonan los hechos que han forjado el lustre del Palacio de Buenavista. Este edificio alberga también auténticas joyas del arte patrio, como un retrato de Fernando VII de Francisco de Goya, la mesa donde Alfonso XIII presidió su último consejo de ministros, un ascensor secreto, cajas fuerte donde se preservaban los fondos reservados de la época, alfombras procedentes de la Real Fábrica de Santa Bárbara, tapices costumbristas… Pero es que antes, bajo posesión de la Casa de Alba, colgaron del palacio grandes pinturas como la Venus del espejo, de Velázquez, o La Madonna de Alba, de Rafael.
Los jardines del Palacio de Buenavista, cerrados por una verja de hierro, encierran un espacio único con árboles centenarios. Fueron añadidos en 1869 por orden del general Prim. Para el viajero interesado en disfrutar de la monumentalidad y poso histórico del sitio, debe saber que el Ejército de Tierra admite visitas de grupos y asociaciones. Quizás es uno de los lugares para visitar en Madrid menos conocidos para el turista, pero no por ello carece de interés. Al contrario. La historia escrita con mayúsculas tiene su pequeña porción en este edificio.