Durante la Edad Media debió ser ocupado de moros, y tras la reconquista de la zona, cuando toda la serranía conquense fue definitivamente recobrada por Alfonso VIII, este lugar quedó incluido en el Común de Villa y Tierra de Medínaceli, que por estos lugares llegaba hasta el Tajo.
Posteriormente, en el siglo XIV, fue entregado este enclave a la familia conquense de los Carrillo de Albornoz en la cual permaneció largos siglos. Ocentejo tuvo, desde entonces, el título de Villa. Aquí estuvo refugiada, una temporada, durante la Guerra de la Independencia, la Junta Provincial de Guadalajara, y los franceses que castigaban duramente la zona, en la que actuaba el Empecinado, volaron el puente y este aprendiz de castillejo.
El castillo se asienta en una pequeña, aguda y altiva roca que preside el pueblo. Levantado quizás en antigüedad remota, fue fortificado por sus señores, los Carrillo de Albornoz, y construido de fuerte argamasa y sillarejo, no pasando nunca de simple torreón de vigilancia.
Posteriormente, en el siglo XIV, fue entregado este enclave a la familia conquense de los Carrillo de Albornoz en la cual permaneció largos siglos. Ocentejo tuvo, desde entonces, el título de Villa. Aquí estuvo refugiada, una temporada, durante la Guerra de la Independencia, la Junta Provincial de Guadalajara, y los franceses que castigaban duramente la zona, en la que actuaba el Empecinado, volaron el puente y este aprendiz de castillejo.
El castillo se asienta en una pequeña, aguda y altiva roca que preside el pueblo. Levantado quizás en antigüedad remota, fue fortificado por sus señores, los Carrillo de Albornoz, y construido de fuerte argamasa y sillarejo, no pasando nunca de simple torreón de vigilancia.